JENARO VILLAMIL
Semanario de análisis Proceso
4 de mayo del 2009
De origen indeterminado y sin vacuna que lo prevenga, la confirmación de un nuevo virus de influenza, el A (H1N1), ha concentrado el interés mundial ante la posibilidad de una nueva pandemia que, hasta el viernes 1, sólo ha causado fallecimientos en México. Incluso, la única muerte registrada hasta ese día en otro país fue la de un bebé mexicano que cruzó la frontera para ser atendido en un hospital de Estados Unidos.
La paranoia se ha generalizado en el país, pero en buena medida el miedo es el resultado de un coctel: la opacidad, las inexactitudes y las contradicciones entre las cifras de contagiados y de muertos; entre las medidas adoptadas en México para enfrentar la emergencia sanitaria y las recomendaciones internacionales, y entre las declaraciones de funcionarios mexicanos de la Secretaría de Salud y la información difundida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A pesar de la saturación mediática sobre el tema, la desinformación es la otra cara del virus. He aquí un breve recuento de los principales ingredientes que generaron esta otra epidemia:
1.- El jueves 23 de abril, el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, sostuvo dos versiones frente a los indicios de una epidemia de influenza. En la mañana, al ser cuestionado sobre la información publicada días antes en el periódico Reforma (cinco personas fallecidas y 218 casos en hospitales), el funcionario afirmó que “esto no es una pandemia de influenza… Estamos viendo la prolongación de la época estacional de la influenza, que normalmente se termina en febrero”.
Doce horas después, a las 23:00 horas, en cadena nacional, Córdova Villalobos confirmó que sí se trataba del brote de un nuevo tipo de influenza aeróbico que requería “medidas extremas” y ordenó la suspensión de las actividades escolares en el Distrito Federal y el Valle de México. No aclaró cuántas personas habían sido hospitalizadas ni cuántos fallecimientos estaban relacionados con la nueva cepa viral.
2.- La danza de las cifras inició el domingo 26 de abril y continúa hasta ahora. La Secretaría de Salud mencionó ese día 103 muertes por influenza “atípica” y más de mil 380 personas afectadas, la mayoría, en el Distrito Federal. Se generó la alerta global ante la confirmación de 20 casos en Estados Unidos.
El lunes 27 de abril, Córdova Villalobos aseguró que los muertos por “influenza porcina” eran 20, pero un día después redujo la cifra a sólo siete muertes confirmadas. El 29 de abril esta cifra se elevó a ocho y el viernes 1 de mayo informó que eran 16 fallecidos en todo el país por “influenza humana”, la denominación que le otorgó la Secretaría de Salud. De 159 expedientes de personas fallecidas, en 58 no había justificación para relacionarlos con el virus y 85 se mantenían como “sospechosos”. Al corte del 1 de mayo, de los 16 decesos 11 fueron en el Distrito Federal, tres en el Estado de México, uno en Oaxaca y uno en Tlaxcala.
3.- El martes 28 se generalizó la confusión en el manejo de las cifras y el tipo de decesos. Córdova Villalobos creó un nuevo rango: “muertes sospechosas” por influenza porcina. Ese día fueron 159, al día siguiente 176 y después ya no se mencionó este concepto hasta el 1 de mayo, que se informó de 85 “muertes sospechosas”. Afirmó que están vivos 381 contagiados por el virus de influenza humana.
4.- La denominación del nuevo tipo de influenza también ha ocasionado confusiones. Primero se le llamó “influenza porcina” para diferenciarla de la “influenza estacional”. El lunes 27, los científicos estadunidenses de Atlanta que lograron aislar la nueva cepa la denominaron gripe A H1N1. En Francia se le intentó denominar “gripe mexicana”, lo que generó una airada protesta de la embajada de México por considerar el término “discriminatorio”. La OMS sugirió que se le denomine influenza A (H1N1), y el 1 de mayo, la Secretaría de Salud dejó de llamarla “influenza porcina”, porque “no se contagia por los cerdos”, y la llamó “virus de influenza humana”.
5.- La oficialización de las medidas adoptadas en México provocó diferencias y suspicacias. El 25 de abril en el Diario Oficial de la Federación se publicó un decreto que autoriza a la Secretaría de Salud a tomar acciones para “prevenir, controlar y combatir la existencia y transmisión del virus de influenza estacional epidémica”. No menciona “influenza porcina” ni “influenza humana” ni A H1N1 ni define qué es “influenza estacional epidémica”.
Entre las medidas se ordena “el aislamiento de personas que puedan padecer la enfermedad y de los portadores de gérmenes de la misma”, así como “el ingreso a todo tipo de local o casa habitación para el cumplimiento de actividades dirigidas al control y combate a la epidemia”. También autoriza la adquisición de equipo médico, agentes de diagnóstico, material quirúrgico, productos higiénicos y medicinas “sin necesidad de agotar el procedimiento de licitación pública”.
6.- Está a discusión si México adoptó o no las medidas emergentes necesarias. Funcionarios de la OMS afirmaron que el organismo supo desde el 9 de abril de casos de “influenza sospechosa” en México y el 24 de abril recibieron la confirmación de laboratorios de Estados Unidos y Canadá que identificaron que se trataba de una nueva cepa. “Nos movilizamos en cuestión de horas”, dijo el vocero de la OMS, Thomas Abraham.
Sin embargo, el presidente Felipe Calderón, en su mensaje a la nación del 29 de abril, afirmó que en México “se lanzó el 16 de abril una alerta epidemiológica para que las autoridades médicas de todo el país y de los hospitales tomaran las precauciones debidas” y se enviaron a “los mejores laboratorios del mundo” las muestras tomadas a personas enfermas.
Coincidentemente, el mismo 16 de abril el presidente estadunidense Barack Obama realizó su primera visita oficial a México. Para ese momento, nadie había informado a la sociedad sobre la “alerta epidemiológica” en nuestro país a la que aludió Calderón.
El epidemiólogo de la Secretaría de Salud Miguel Ángel Lezana, quien ganó notoriedad por minimizar el uso del cubrebocas, aseguró el 1 de mayo a la agencia AP que fue la OMS la que tardó en atender la alerta enviada desde el 16 de abril. “Aparentemente hubo algún problema. No sé si fue en la oficina de la Organización Panamericana de la Salud (brazo regional de la OMS), en México o en Washington”, afirmó Lezana, director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica.
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