BEATRIZ PEREYRA
17-agosto-2009
En la Presidencia de la República, el miedo a la expresión libre no tiene límite. Al joven nadador Rodrigo Martínez, multimedallista en la pasada Olimpiada Nacional, le quitaron el discurso que llevaba preparado en su calidad de orador y le pusieron en las manos uno "autorizado por el presidente". Inofensivo su texto, pedía más ayuda para los jóvenes deportistas. El que le hicieron leer agradecía al presidente Calderón su presencia en ese acto y su apoyo incondicional al deporte.
El sudor provocado por la emoción de estar en Palacio Nacional humedeció tanto las manos del nadador Rodrigo Martínez Aguilar que alcanzó a mojar el fólder donde celosamente guardó, durante horas, la hoja del discurso que preparó para leerlo frente al presidente Felipe Calderón.
Cuando el muchacho de apenas 15 años –ganador de 11 medallas de oro en la Olimpiada Nacional 2009– esperaba ansioso su turno para hablar en nombre de sus compañeros, una mujer del staff de la Presidencia de la República se le acercó para informarle que no podía leer lo que había redactado y le entregó un documento con el discurso oficial.
"Se me acercó muy amigable. Me dijo que ya el presidente había autorizado el discurso y que ése era el que tenía que leer", cuenta Rodrigo.
"Fue la persona que siempre viene con el presidente que, supongo, ha de ser su asistente o como una jefa de seguridad. Ella me lo cambió, pero fue una de las dos que me dijeron porque había otra señora que es como de publicidad o algo así y me lo pidió (el discurso) porque dijo que se lo iban a leer a la Presidencia. No sé si lo leyeron o no pero llegaron a cambiármelo", detalla.
Aquel miércoles 5 de agosto fue la segunda vez que Martínez estuvo en un acto con el titular del Ejecutivo, como portavoz de los atletas mexicanos para la ceremonia de premiación de la Olimpiada Nacional en la que ha participado desde 2006 con una cosecha de 31 medallas, 24 de las cuales son doradas. En 2007, en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) redactaron el documento para su exposición oral, y se lo entregaron un día antes del evento.
En esta ocasión, el Consejo Estatal para el Fomento Deportivo y Apoyo a la Juventud (CODE), le dio al nadador la oportunidad de colaborar en la elaboración de su discurso, pero se quedó con las ganas de leerlo.
"Al principio me puse un poco nervioso y medio me saqué de onda porque no supe qué hacer; ni modo que les diga que no, si ellos son la gente que manda en nuestro país. Sentí un poco de impotencia al momento de que me lo dieron pero al final me tuve que acostumbrar y dije: 'ellos saben por qué me lo quitan'. La señora me explicó que eran cosas internas. Le dije que sí, que no había problema", recuerda el deportista.
–¿Te gustó leer el discurso que te dieron? –se le pregunta.–Pues no fue un discurso malo pero no es lo que yo quería decir.
–¿Por qué crees que te lo quitaron?–Pienso que no querían que saliera en los medios de comunicación lo que yo iba a decir, por temor a que dijera una imprudencia o a que como el discurso lo había hecho yo no me lo hubieran revisado en casa.
–¿Consideras que los deportistas deberían tener el derecho de expresarle al presidente lo que sienten y piensan?–Nosotros los tenemos que hacer (los discursos) porque somos quienes los leemos. Nos queremos expresar y si no, ¿para qué lo leemos nosotros? Que lo lea alguien más porque no vamos a manifestar lo que queremos y nos están obligando a decir unas palabras que no son nuestras.
Este es un extracto del reportaje que publica la revista Proceso en su edición 1711 que empezó a circular este domingo 16 de agosto.
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