DANIEL LIZáRRAGA
Felipe Calderón inició su gobierno con ambiciosos planes de salud, pero la epidemia de influenza por virus porcino provocó una reacción oficial errática: primero se trató de minimizar el brote y después se tomaron medidas que causaron pánico. Documentos obtenidos por Proceso demuestran que la autoridad sanitaria conocía las altas probabilidades de que acometiera una de las formas más dañinas de influenza. Pero no llegó el virus aviar, sino un mal para el que no hay vacuna: la falta de previsión.
Aún bajo los latigazos de la crisis financiera internacional, en medio de una batalla cada vez más cruenta contra el narcotráfico y con los pleitos electorales encima, se le abrió al gobierno de Felipe Calderón un cuarto frente: brotó en el país la epidemia de influenza por virus porcino,una enfermedad respiratoria contra la que no existe vacuna y la cual ha cobrado ya alrededor de 68 víctimas, según la estadística oficial.
El secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos –a quien Calderón le confía una parte clave de su estrategia para promover las acciones de su gobierno–, pasó de describir el brote como "casos habituales fuera de temporada" a la admisión de que se trata de una epidemia y, ante la presión general, a anunciar medidas preventivas extraordinarias para evitar que la enfermedad se propague descontroladamente, dada su peculiar virulencia.
Y entonces sí, Calderón convocó al Consejo de Salubridad General que depende de la Presidencia y encabeza el secretario de Salud, con facultades para establecer medidas obligatorias y que abarca a todas las organizaciones, públicas y privadas del Sistema Nacional de Salud, y todas aquellas que estén relacionadas con éste, incluyendo las autoridades administrativas federales, estatales y municipales.
En la rueda de prensa que ofreció en Los Pinos el viernes 24, Córdova Villalobos explicó que el primer caso del tipo de influenza que tiene en alerta al país se registró el lunes 13 y que, después de practicarle los estudios correspondientes al paciente se decretó la alerta epidemiológica el jueves 16. En este período, la información sobre lo que sucedía en los hospitales de la Ciudad de México se mantuvo bajo resguardo hasta que los laboratorios de Estados Unidos y Canadá detectaran con precisión cuál era esa enfermedad.
El funcionario ha permanecido al lado del presidente Felipe Calderón desde el pasado miércoles 22, cuando laboratorios de Toronto, Canadá, le confirmaron al gobierno de México que se estaba enfrentando una situación inédita en el mundo por la capacidad de acción que mostraba este virus. Se especificó entonces que los especialistas canadienses descubrieron en él componentes genéticos propios de los cerdos.
La noche del jueves 23 se tomaron las primeras medidas de prevención, entre ellas la suspensión de clases en todos los niveles, desde preescolar hasta universitario.Alrededor de las 9:00 horas del viernes comenzaron a llegar los secretarios de Estado a Los Pinos. El día anterior Calderón, de gira en el Estado de México, recibió la confirmación de que se trataba deinfluenza por virus porcino, y desde entonces estaba en contacto permanente con el secretario de Salud para medir el avance de la epidemia.
La noche del viernes, en la reunión del Consejo de Salubridad General, el presidente Felipe Calderón dijo estar consciente de la seriedad del brote de influenza por virus porcino, y que ya se habían tomado las medias necesarias para proteger a la población.Este es un extracto del reportaje principal que publica la revista Proceso en su edición 1695 que empezó a circular ese domingo 26 de abril.
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