JOSÉ GUTIÉRREZ VIVÓ

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Por Katya Segura
Perfiles: José Gutiérrez Vivó

Por sus venas corre sangre cubana, es amante de la astronomía y desde los nueve años se dormía escuchando la radio. Por primera vez el periodista deja ver al hombre detrás del micrófono.

Nada lo detiene: ganó el juicio a Grupo Radio Centro y hoy es socio de MVS

Querido, odiado, criticado, respetado… Lo cierto es que posee la cualidad de hacer que su voz se escuche. Empezó en los años 70 como vendedor en la radio y hoy es el presidente y director general de InfoRed.

A sus 54 años tiene una hija adolescente, no esconde su adicción al trabajo, su perfeccionismo ni la admiración que siente por su madre, quien cada mañana le envía recomendaciones para su programa vía correo electrónico desde San Antonio, Texas.

Gutiérrez Vivó ha demostrado su liderazgo empresarial al haber ganado el pleito (que inició hace dos años) en contra de Radio Centro por incumplimiento de contrato y hacer una alianza con mvs para transmitir nuevamente en fm y en cadena nacional su noticiario, al tiempo que compró el periódico El Heraldo de México para convertirlo en Diario Monitor.

Aunque impone al hablar y aparenta ser duro, detrás de esa máscara hay un hombre bondadoso y divertido, al cual presentamos a continuación.

¿Cómo es un día en su vida? De 24 horas. Me levanto a las 3 a.m., me arreglo, llego a InfoRed y empezamos a trabajar. Salgo al aire de las 5:30 a las 10:30 a.m. Vengo a mi oficina, desayuno a eso de las 11:30 y continúo trabajando. También como aquí en la oficina y me retiro al anochecer. Me duermo por ahí de las 9:30 p.m.

Pero algo debe hacer para distraerse. ¿Ve televisión? Tengo teles por todos lados. Siempre estoy sintonizando series de Discovery Channel, National Geographic, programas de debate. Normalmente todas las noches pongo el show de Larry King. Eso sí, los noticiarios norteamericanos no me agradan. Los fines de semana leo, compro libros… Tengo columnas y columnas de libros.

¿Cuál es el momento del día que más disfruta? Cuando hago mi programa. Es que propiamente dedico todo el tiempo a mi trabajo. Ésta (su oficina) es mi casa.

¿Háblenos de su proceso de vida? Nací en la ciudad de México. Estuve en colegios lasallistas: primaria, secundaria, preparatoria y cursé el primer año de Administración de Empresas. Fue cuando opté por la carrera de Comunicación. El motivo, que es muy romántico y no se me ha quitado, fue querer estar en una posición donde pudiera hacer que las cosas cambiaran. Era principos de los 70. Yo era un joven inconforme. Íbamos saliendo del desarrollo estabilizador y entrando en las variaciones del gobierno del señor Echeverría.

Entonces desde joven ha dicho lo que piensa. No callarme siempre ha sido una constante en mi vida. Me parece que es una manera de aportar un granito de arena para cambiar las cosas.
¿Cómo fue su infancia? ¿Fue travieso?Completa y feliz. La recuerdo con frecuencia y nostalgia, sobre todo porque era un México diferente. Y no, no era travieso; fui aplicado y bien portado aunque una vez aventé una mochila desde mi salón y le cayó al director del colegio en la cabeza. Ésa fue la peor que hice.

¿Ésa es la razón de tener una foto suya al año de nacido colgada en su despacho?La vida está llena de experiencias y poder verme cada mañana como niño me hace evocar mis orígenes y las enseñanzas que tuve a lo largo de mi infancia.

¿Hay algo en especial que recuerde de su juventud? Me encantaba la astronomía. Tenía mis telescopios y me urgía que llegara la noche para ponerme a descubrir marcianos en Marte y lunáticos en la luna (ríe). Luego, por ahí de los 13, descubrí mi gusto por la filosofía y demás corrientes ideológicas, sistemas políticos...

¿Aquí surgió su afición por la radio? Desde los nueve años me dormía con un radio de onda corta marca Toshiba que me regalaron mis padres y tenía una antena altísima. Me acostaba, me ponía el aparato en el pecho y viajaba por medio de él. Me apuraba con la tarea porque me urgía estar desocupado en la noche.

Háblenos de su familia…Tengo una hermana tres años menor que yo que se llama Ivonne y trabaja conmigo. Mi mamá, Silvia Vivó Laurent, vino de Cuba a visitar México en 1946 y se quedó, pues su papá –mi abuelo– vivía aquí. Conoció a mi padre, José Gutiérrez Gutiérrez, se casaron y todo lo demás. Hoy mi madre vive en San Antonio, Texas, y con frecuencia la visito.

¿Cómo son sus padres? Afortunadamente muy activos. Mi madre es el equivalente a Bill Gates en mujer. Me tiene sorprendido porque todo el día está en la computadora. Nació en la Habana en 1925. Tiene 79 años y es ciudadana norteamericana. Es experta navegadora en internet, sabe de fotografía digital, es muy estudiosa, escucha Monitor a diario por la red y checa nuestro Diario Monitor. Me manda copia de notas, está atenta a los medios, es dinámica y divertida.

Por su parte, mi padre siempre fue un hombre trabajador y deportista. Nació en 1920. Va a cumplir 84 años y se dedica a estudiar y a escribir. Le encanta la historia y conoce todos los museos de México. Invierte mucho tiempo en exposiciones y conferencias. Acaba de escribir un libro sobre la historia del box, ya que de joven, además de futbolista (portero), incursionó en el boxeo profesional pero no era su vocación y lo dejó.

¿Practica algún deporte? El box radiofónico es mi preferido (ríe). No soy una gente de deporte pero hago ejercicio. Tengo una caminadora fabulosa que me permite estar atento a las noticias, así que conecto mi cuerpo a la caminadora y mi cerebro a las noticias.

Platíquenos de su hija…Se llama Andrea y tiene 16 años. Es muy creativa, segura de sí misma. Inducida por su mamá, se dedicó muchos años al hipismo, en la especialidad de salto. Empezó a montar a los seis años. Convivir con los caballos y dominarlos le dio mucha seguridad. Se retiró a los 14, una vez que fue campeona metropolitana y nacional en el concurso anual de Balvanera Polo & Country Club en Querétaro.

¿Dónde conoció a su esposa? En esta actividad, por una casualidad fortuita. Se llama Elizabeth Buchannan. También estudió Comunicación pero no es periodista.

"Odio exhibirme"¿ Tiene gurús del periodismo?Es difícil que una sola persona conjunte una serie de cualidades. En ese sentido soy ecléctico. El día que llegué al Heraldo me preguntaron: "¿Este periódico va a seguir siendo de derecha?" A lo que respondí: "No soy de derecha, entonces no va a seguir siendo de derecha ni de izquierda ni de nada. Será un medio objetivo."

¿Se puede realmente ser objetivo? Claro, Monitor es el ejemplo. Igual lo escucha una trabajadora doméstica, que una enfermera, un taxista o un diputado. Es universal. No es un mérito personal, sino un trabajo de años.

¿Cuál ha sido el reto más grande al que se ha enfrentado? Conquistar la credibilidad del auditorio. Esto se logra diciendo siempre la verdad y siendo consistente.

¿Qué cara imagina que tiene su audiencia? Dicen los teóricos que uno debe imaginar al publico basado en el rostro de una persona, conocida o no, pero de la vida real. Por el tipo de programa que tengo, yo imagino que le estoy hablando a un estadio, a un grupo muy grande y mezclado de individuos.

Cuéntenos una anécdota de sus radioescuchas…Comentaré dos recientes a raíz de lo que sucedió con grupo Radio Centro. De las miles de personas que nos escribieron para mostrar su apoyo recuerdo dos casos: el de una señora del Estado de México que tenía 100 dólares ahorrados y quería saber adónde me los podía llevar y el de un niño que llamó por teléfono para decir que tenía todos sus domingos del año pasado y nos los quería enviar.

Usted es un hombre muy querido. Simplemente las personas son fieles a Monitor, sin embargo en trabajos como el mío los públicos son muy veleidosos, pueden cambiar de sentir en tres minutos. Ahí está el caso de Lucero. Si uno se cree eso, corre el peligro de vivir y estructurarse internamente pensando en eso.

Noto que tiene un claro rechazo al elogio. Me parece que es muy peligroso. Los halagos recibidos y gozados le balancean a las personas sus complejos. Y con el tiempo, si uno vive de eso, uno es lo que dicen de uno. Sé quién soy, con mis defectos y cualidades, y no requiero de este tipo de cosas.

Pero al ser una figura pública está expuesto a eso.La exposición que tengo es por necesidad y no es lo que me hace gozar este trabajo. Es más, soy una persona retraída; odio exhibirme. Yo podría estar como muchos de sus personajes en muchas revistas, en cenas y comidas, pero no asisto, simplemente mando una carta de agradecimiento, pues eso no me atrae. Estoy al aire cinco horas y con eso tengo mi dosis de parte pública.

¿Cómo maneja el poder de la información? Intento mantenerme distante de las formas de poder porque son intangibles, efímeras, altamente contaminantes y me hacen sentir incómodo. Me generan una complicación interna. Normalmente la gente que tiene ese presunto poder no lo usa para las mejores causas. Entonces, para estar más a salvo de tropezones y llegar a darme pena a mí mismo, prefiero alejarme.
¿Monitor sería lo mismo sin usted? Por supuesto. Desde sus inicios mi idea fue expandir la empresa con el fin de que perviviera a mi persona. Es decir, a InfoRed la manejo con mis colaboradores, pero constantemente da trabajo, genera nuevos talentos en el periodismo, en la investigación, y sin duda conmigo o sin mí camina igual.

¿Qué le indigna? Que se den informaciones totalmente infundadas. Una de las cosas que más me ha incomodado con el conflicto de Radio Centro es la facilidad con la que algunos se atreven a escribir con base en suposiciones. Ahora que lo he vivido de cerca, estoy asustado de la caída en el profesionalismo de algunos medios.

¿Qué opinión le merece la manera en la que hoy en día se presenta la información en México?Hay muchos que han convertido esto en un circo, incluso hasta llegan vestidos con pelo verde y nariz roja. Es una falta de respeto a los asuntos serios de un país. Por la escasez de creatividad y talento humano, las empresas de radio y televisión deben convertir las noticias en un mero espectáculo, como en Rusia o Hong Kong, donde hay noticiarios con señoras que se quitan la ropa porque no hay talento periodístico.

Tiene fama de tener un carácter fuerte y ser inflexible…Soy sumamente estricto conmigo mismo y lo aplico a los demás. Así, no soy injusto. Me parece que la capacidad de indignación es algo que no debemos perder, por lo que no me siento incómodo en mostrar tal cual mi enojo. Es parte de mí. El día que no lo haga habré perdido mi capacidad de asombro y espero que eso jamás suceda.
¿Pero le importa el cariño del público? Lo que me preocupa es darle la información correcta, decirle la verdad, no fallarle; que la gente esté satisfecha en la compañía, competir, que podamos crecer.